martes, 19 de enero de 2010

EN EL CLAUSTRO


Ahora me encuentro solo por la consecuencia de mis actos, que algunos dicen llamar inapropiados, pero para mi me parece muy normal.
Estoy encerrado por ser un pecador y por fallar a la palabra de mi familia y ese siempre ha sido mi problema: no cumplir mis promesas, pero, ¿quién es tan fiel a sus principios? yo creo que muy pocos.
Hoy que me encuentro aislado de todo lo que me gusta, alejado de las cosas que me provocan un gran placer, que en realidad llenan mi vida, he puesto en marcha mi poca imanación pero el resultado no me satisface del todo, creo que nunca he estado satisfecho con nada.
Lo único que me queda es aguantar mi encierro, mis únicos amigo serán un buen blues y el humo rodando en mi habitacion q provoca que me ria de todas mis estupideces.
Tragos de alcohol donde veré toda mi vida a través de la copa, veré mis tropiezos y tendré ganas de volver morir.
Dios, si en verdad existes, perdona a este pecador y no dejes que se hunda en su propia miseria.

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